Gæstebruger
22. december 2023
No me gusta dar notas negativas, pero ésta la es y por eso quiero explicar claramente los motivos y matizar que es una calificación que pudiera mejorarse especialmente en lo referente a arreglos arquitectónicos con un poco de interés. Fue una estancia de 3 personas adultas durante 7 noches. Empecemos por lo positivo. Precio competitivo, limpieza y situación ya que está a doce minutos caminando de la Plaza de San Marcos; a 6 minutos de la parada de Gardinale Garibaldi y a 7 de Arsenal, ésta muy interesante porque desde ella se llega/parte desde/hacia un vaporetto al aeropuerto Marco Polo. Y ahora, lo menos bueno. Al llegar nos dieron una habitación para 2 personas. Pedimos explicaciones y poco después nos ofrecieron una habitación con una cama doble y una antesala con un amplísimo sofá-cama, que no estaba preparada, hasta el punto de que el recepcionista no sabía cómo abrirlo y, eso sí, nos trajo ropa de cama totalmente nueva. Salimos rápidamente a dar un paseo y a la vuelta nos dimos cuenta de que no funcionaba la cisterna del baño. Se nos volvió a ofrecer otro cambio de habitación pero al día siguiente. Decidimos quedarnos (ya era bastante tarde) y esperar que se arreglara a la siguiente mañana, mientras encontramos una solución temporal quitando la tapa exterior y comprobar que funcionaba de forma manual. Lo cierto es que cuando nos marchamos todo seguía igual, sin arreglo alguno. La tarde del segundo día también observamos que en el bidé corría sin cesar un hilito de agua y que la lámpara de suelo no tenía bombilla. Lo segundo se arregló pero lo primero, nunca. Otras cosas que no funcionaban: el toallero eléctrico y el hilo-tendedero en el baño. Cosas rotas: portarrollos de papel higiénico, la silla plástica del baño y la repisa bajo el espejo del baño. Otras quejas: el aire acondicionado/calefacción muy ruidoso; no hay canales internacionales (en otro idioma que no sea italiano) en la tv; salvo el último día nunca repusieron gel en el baño (todos los días paso por recepción para pedirlo a unos recepcionistas asombrados cada día). Todo esto contrastaba con un excelente trato en esos recepcionistas. En el aspecto positivo, un precio interesante (tratándose de Venecia) que incluía desayuno, pero, por contra, éste era pobrísimo, sin calentador de pan. Una anécdota: una mañana se agotó el zumo de naranja y se nos dijo que no lo iban a reponer (¿?) a pesar de que quedaba al menos una hora para el cierre del desayuno.
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