Palacio de Miraflores

Nuestra estancia en el Palacio de Miraflores fue encantadora. Nos alojamos en una cómoda y espaciosa suite, ideal para nuestra escapada romántica. El personal fue muy amable y atento. Disfrutamos del concierto acústico del viernes y de la tranquila piscina en plena naturaleza. Aunque tuvimos dificultades para encontrar el lugar y aparcamos en un parking público antes de descubrir que el hotel tiene su propio estacionamiento, la experiencia general fue muy positiva. Recomendamos el Palacio de Miraflores para una escapada romántica en un entorno natural, además de ser una excelente base para asistir a un espectáculo en Madrid.

Éramos un grupo de + de 100 personas, es decir, menú cerrado...NO A LA CARTA. Una persona del grupo se preocupó de indicar la elección de cada uno (segundo plato y postre). A pesar de eso, no sabían QUÉ había pedido cada uno. LOS POSTRES FALLARON. El flan de la casa NO LLEGÓ. Nos lo cambiaron por un flan Mandarín de lo más SOSO. No sólo no había COULANT para los que ya lo habíamos elegido, si no que además no hubo FLAN y HELADO para todos. Servicio PENOSO. Los camareros iban como pollos sin cabeza de una mesa a otra. No completaban una mesa, traían algún plato para compartir y pasaban más de veinte minutos hasta q terminaban de traer lo q correspondía a la mesa. NO HABÍA PAN. La comida fría. Una persona celíaca (avisados estaban) recibió una ensalada de lechuga, pimiento de piquillo y atún, como único plato de entrante y lubina casi cruda de segundo. No tuvo pan ni postre....PERO PAGÓ MENÚ INTEGRO. En fin, cena desastrosa, sólo compensada por el esfuerzo de los organizadores DE NUESTRO GRUPO en que tuvieramos baile y entretenimiento de PRIMERA. NO VOLVEREMOS NI RECOMENDAREMOS

Yo no me alojè, solo fuimos a cenar un grupo de unas 100 personas con un menú concertado a un precio normal de mercado, pero la cena fué un desasatre, tardaron mas de tres horas en servirnos un trozo literal de tomate en ensalada, una torta de de una verdura compacta y fria, una porcion de paté, tres trocitos de lubina salados y frios y un flan de flanin, no tenian pan, bueno, a los postres nos lo trajeron, el servicio pesimo con camareros antipaticos bordes y sin esperiencia, en fin un lugar para no volver y olvidar.

Maravilla de menú, no solamente por que estaba exquisito, sino por el marco, un precioso salón y un servicio excelente, eso si durante la semana, no se los festivos, pero imagino que igual, solo que cambia el precio, merece la pena.